Covid para un mundo VICA

Hay un término que desde hace años se utiliza en diferentes ámbitos de coaching y desarrollo, desde el empresarial al deportivo, y que pone de manifiesto las diferencias de nuestro mundo con el de hace unas décadas: nuestro mundo, a diferencia del de nuestros padres, es un mundo VICA.

A la segunda guerra mundial le siguieron varias décadas de reconstrucción y prosperidad progresivas, en las que fuimos afianzando nuestros logros y progresos tecnológicos como una “segura tierra firme” sobre la que caminar. Dice la sociología que ese paradigma o marco de referencia, válido durante bastantes años, saltó por los aires al entrar en la modernidad, y fue sustituido por otro muy diferente:

El mundo de la modernidad es VICA: Volátil, Incierto, Complejo y Ambigüo

El acrónimo lo empezó a utilizar el ejército norteamericano a finales del siglo pasado para describir la realidad mundial que dejó la Guerra Fría, pero fue el sociólogo, filósofo y pensador polaco Zygmunt Bauman (premio Príncipe de Asturias 2010), quien lo acuñó definitivamente en el año 2000 con su libro “Modernidad líquida”: «Estamos en un entorno VICA en el que se han desvanecido las historias sólidas. Viviremos en una sociedad donde imperará la incertidumbre y “lo líquido” durante muchos años”.

El terrorífico ataque del 11S a las Torres Gemelas, punto de inflexión brutal en multitud de aspectos, consolidó el término en el entorno geopolítico para expresar cómo todo puede cambiar en un instante. El mundo empresarial lo utilizó en la crisis financiera del 2008 para describir lo que sucedió, cómo sucedió y a lo que se enfrentaba. Hoy se sigue utilizando en las escuelas de negocios: en los programas de coaching y desarrollo de liderazgo se transmiten las destrezas que los emprendedores necesitan para prosperar en un mundo VICA, si no quieren fracasar y desaparecer en un abrir y cerrar de ojos.

¿Qué significa vivir en un mundo VICA? ¿Tiene algo que ver con lo que nos está sucediendo en esta pandemia?

Si algo tiene esta pandemia, es que ha puesto en evidencia cada uno de los aspectos VICA de nuestro mundo. No solo afecta a una cuestión de salud: su repercusión es muchísimo mayor y probablemente, como otros acontecimientos de la historia, marque un antes y un después en muchas cosas. Veamos los parámetros que definen este mundo VICA y cómo el Covid19 los ha puesto de manifiesto con claridad:

Volátil: En física y química, la volatilidad es la cualidad de algunos líquidos que pasan al estado gaseoso cuando están en recipientes no cerrados; en ese sentido refleja su inestabilidad. En el terreno financiero describe la velocidad a la que se producen los cambios y la variabilidad en los precios de un activo, y se asocia con incertidumbre y riesgo.

  • Vivimos en un mundo en continuo cambio: cuando gozamos de una etapa de tranquilidad de repente, en cualquier rincón del planeta, sucede algo que hace saltar por los aires el aparente equilibrio.
  • Los ciclos son cada vez son más cortos: los tiempos en los que había cosas y situaciones “para siempre” ya pasaron, hoy todo cambia y evoluciona velozmente.
  • Precisamente por la velocidad, se generan turbulencias con una frecuencia hasta ahora desconocida en cualquier ámbito: social, económico, ecológico, laboral, personal… Quien quiera un vuelo tranquilito, se ha equivocado de siglo y de planeta.

Esta pandemia ha puesto de manifiesto la volatilidad de lo que considerábamos incuestionable, como la libertad de movimientos o nuestras relaciones y la expresión de afectos. La solidez económica y laboral se ha evaporado en apenas unas semanas de obligado parón. Ya veremos cómo y cuándo se recupera, y a cuántos deja tirados en la cuneta.

Incierto: Cada vez está más claro que la multiplicidad de variables que influyen en cualquier cosa hace que los resultados sean bastante impredecibles. Resulta muy difícil establecer relaciones unívocas de causa-efecto, y aunque hemos desarrollado modelos matemáticos para casi todo, cualquier diminuto e ignorado factor puede desbaratar su previsión. Esto pone en jaque la seguridad que buscamos negándonos garantías y certezas.

  • La gestión de la incertidumbre es un tema de conversación actual: nos deja a la intemperie, con sensación de peligro, desprotección, desnudez y precariedad, y no sabemos cómo convivir con ella sin entrar en pánico.
  • La seguridad es un valor en alza de nuestra sociedad: queremos inversiones seguras, coches seguros, ciudades seguras, trabajos seguros… Pero los giros imprevistos de la vida nos despojan de golpe de nuestras defensas ante el caos, y nos sacan a rastras de nuestro perímetro de seguridad para lanzarnos a un terreno inexplorado e incómodo para el que no tenemos mapa.
  • Aunque cada vez “conocemos más”, detrás de cada respuesta que encontramos se multiplican nuevas preguntas en una espiral sin fin, que nos deja siempre con más interrogantes que respuestas.

¡Nadie está seguro en este momento! En pandemias anteriores, como la del VIH no hace tanto, mantener ciertas conductas y evitar otras, te colocaba en una zona protegida que ahora no existe: todos, sin distinción de edad, posición, país, o raza estamos expuestos. Y todavía falta algún tiempo para que aprendamos a protegernos de cara al futuro, así que nos quedan meses por delante de incertidumbre.

Complejo: Cualquier problema o solución es multidimensional. Esto implica que nada puede ser abordado de una manera simple y única, sino que es necesario conjuntar perspectivas diversas y complementarias para meterle mano. Esto supone manejar cantidades ingentes de información y, además, tener la habilidad de relacionar entre sí campos diferentes. Cuanto mayor es el número de elementos en juego, más complicado resulta controlar, como le pasa al malabarista según añade bolas a su ejercicio.

  • Magnificamos el control como si fuera alcanzable, en vez de aceptar que es como pretender alcanzar el horizonte: cuando parece que estamos tocándolo con la punta de los dedos, se desplaza más allá y de nuevo se nos escapa.
  • A priori todos queremos vivir lo más confortablemente posible, y eso pasa por movernos en el terreno de lo conocido: “Virgencita, virgencita ¡Que me quede como estoy!” Sin darnos cuenta de que quedarnos ahí seguramente impide que desarrollemos una versión mejorada de nosotros mismos.
  • Nuestros esquemas de bueno/malo o adecuado/inadecuado han sido una red de seguridad para movernos por la vida, pero ahora no es sencillo ni siquiera a veces acertado aplicarlos dada la complejidad de las cosas.

Estamos en una emergencia que pone en jaque todo el orden social y económico a nivel mundial. Para superarla no bastarán las aportaciones especializadas médicas y farmacéuticas, sino que serán necesarias aportaciones de otros muchos estamentos, sin barreras de nacionalidad ni continente. Y si no lo hacemos así, la recuperación tardará mucho más en llegar.

Ambigüo: Ya no hay una única interpretación sobre los hechos validada por una instancia “cualificada” o una autoridad “global”. Hay una gran falta de claridad dada la enorme, confusa y manipulada información, que propicia interpretaciones diversas cuando no opuestas. Las respuestas que encontramos son muchas veces ambivalentes y lo que para unos es la solución, para otros se convierte en un perjuicio. 

  • Un movimiento afecta de manera diferente a cada eslabón de la cadena, y es difícil encontrar alguno que beneficie a todos: liberar espacios sin vehículos en la ciudad puede ser simultáneamente un beneficio ciudadano/ecológico y la ruina de muchos negocios, el confinamiento humano está siendo un descanso ecológico para el planeta.
  • Las interpretaciones sobre los mismos hechos son diferentes y ambivalentes. Necesitamos desarrollar mucha empatía para intentar ver la perspectiva del otro, incluso aunque después respondamos desde la nuestra.
  • Es difícil encontrar “la solución”, porque probablemente solo será una de las mil soluciones posibles. Se necesita más que nunca rapidez, flexibilidad y creatividad en la búsqueda de soluciones, antes que aferrarnos a inamovibles salidas únicas.

Se ha generado una tormenta perfecta para que las posturas se radicalicen, y el miedo y la frustración no hacen sino echar leña al fuego. Estamos viendo cómo sale lo mejor y lo peor de nosotros, desde la solidaridad más conmovedora, hasta el falso civismo en forma de “policía de balcón” que juzga, insulta y abuchea, no para contribuir al bien común, sino para señalar a cualquier prójimo que crea una amenaza potencial para sí mismo.

Mientras esperamos a que los investigadores encuentren la vacuna del Covid podemos aprovechar nuestro tiempo de obligado parón y confinamiento: ¿Qué tal si tratamos de buscar nuestra particular vacuna para vivir en un mundo VICA? Porque…

¿Estamos preparados para manejar la volatilidad sin desnortarnos? ¿Podemos convivir con la incertidumbre sin ansiedad? ¿Somos capaces de soportar la presión de la complejidad? ¿Y la ambigüedad sin perder la identidad?

Como lo de “¡Qué paren el mundo que me quiero bajar!” no funciona, más nos vale comenzar nuestro propio estudio experimental. Parece que ya hay algunas líneas de investigación prometedoras que te adelanto:

Vacuna para un mundo VICA: Versatilidad, Identidad, Congruencia y Actitud

Para la Volatilidad, que es la naturaleza y dinámica inevitable del cambio, cultivemos la Versatilidad que supone ejercitarnos en habilidades varias sin encasillarnos en funciones o tareas rígidas e inamovibles. Necesitamos más que nunca ser flexibles y entrenar nuestra capacidad de adaptación.

Para la Incertidumbre, que hace referencia a lo imprevisible e incierto de las cosas, confrontemos dónde y en qué ponemos nuestra Identidad: necesitamos reconectarnos con la esencialidad que somos, con la “certidumbre” de nuestra Infinitud.

Para la Complejidad, que hace que las cosas sean como una talla con mil facetas diferentes, busquemos la Claridad de una mirada libre de fanatismos y manipulaciones y la Congruencia que pone en consonancia lo que pienso, lo que siento, lo que digo y lo que hago.

Para la Ambigüedad, que pone de manifiesto lo difícil que es encontrar respuestas únicas que a todos sirvan y que todo lo solucionen, depuremos la Actitud y la Altitud con la que ofrecemos nuestra contribución al bien común aunque no seamos siempre los protagonistas e incluso pocas veces reconocidos.

No se trata solo de superar esta situación, que ya es bastante, sino de hacerlo además aprendiendo algo para el futuro si no queremos repetir curso.

Publicado por AnaGutiLaso

Dispuesta a aprovechar la vida para amar, aprender, disfrutar y descubrir. Vivo la psicoterapia como una oportunidad maravillosa de contemplar la belleza y las posibilidades de cada ser humano. La naturaleza y los animales me conectan con esa fuerza vital única que se expande por todo el universo.

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